La Histamina

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¿Qué es esto de la histamina? ¿Cómo sé si es mi problema? ¿A qué médico tengo que ir?

Estas son algunas de las preguntas que todos nos hacemos cuando nos encontramos por primera vez con este tema y nos sumergimos en un mar de información que hasta entonces parecía haber estado oculta.

Primero aclaremos conceptos: sin entrar en excesivos tecnicismos, pero para dejar las cosas claras, la histamina es un componente químico bioactivo. Es una amina creada de la degradación del aminoácido histidina. Actúa como neurotransmisor y también es necesario para múltiples funciones orgánicas, como la regulación del ácido gástrico durante la digestión, la contracción muscular o la permeabilidad de los vasos sanguíneos. Así que el término “intolerancia a la histamina” es incorrecto en sí mismo, nadie es intolerante a la histamina ya que ésta es vital para nuestra supervivencia. Otra cosa es que su regulación en el cuerpo no esté funcionando como debe, cosa en la que nos centraremos más adelante.

LA HISTAMINA Y LAS ALERGIAS

Es importante saber que la histamina es también un elemento protagonista a la hora de defender nuestro cuerpo frente a infecciones o ataques causados por virus, bacterias u otros cuerpos extraños. La histamina provoca la dilatación de los vasos sanguíneos para que los glóbulos blancos puedan acceder con mayor rapidez a las zonas bajo amenaza.

Esta liberación de histamina, al acumularse, nos provoca dolor de cabeza, rinitis, escozor en los ojos, inflamación… Es la sintomatología de una reacción alérgica. Un alérgeno, que es una sustancia que nuestro sistema inmunológico ha catalogado como amenaza para nuestro cuerpo, al entrar en nuestro cuerpo, provoca una liberación de histamina por parte de los glóbulos blancos, que consideran que deben luchar contra esa sustancia dañina. Estas sustancias no tienen por qué ser dañinas en sí, el problema es que nuestro sistema ha decidido que lo son.

Así, durante la época primaveral, muchas personas con alergia al polen sufren los síntomas que hemos descrito, con mayor o menor intensidad, mientras sigan expuestas al alérgeno. Para paliar estas reacciones, se les prescriben antihistamínicos, es decir, medicamentos que bloquean los receptores de la histamina, evitando así el efecto de la histamina en nuestro cuerpo (Nota: esto significa que NO regula la producción de histamina sino que simplemente intenta controlar sus efectos). Para complicar un poco más las cosas disponemos de cuatro receptores diferentes: H1, H2, H3, H4. Los H1 afectan mayoritariamente al sistema respiratorio y dermatológico. Los H2 al sistema digestivo, los H3 parece que actúan como regulador negativo, y los H4 a las células inmunitarias y sistema intestinal.

Por eso el primer paso que yo recomiendo tomar es acudir a un alergólogo que nos haga las pruebas pertinentes de alergia. Es posible que nuestros síntomas estén causados por algo que nos provoque alergia (sea un alimento, de contacto o ambiental) , y que provoque que nuestro cuerpo esté en constante estado inflamatorio. La completa eliminación de las sustancias a las que seamos alérgicos puede solucionar nuestra sintomatología o reducirla en un alto porcentaje. Esto es un inicio vital para nuestra recuperación.

LA HISTAMINA Y LAS ENZIMAS

En condiciones normales, la liberación de histamina es regulada por el cuerpo sin problemas. Las enzimas histamina-N-metiltransferasa (HNM) y la diamina-oxidasa (DAO) son las encargadas de catabolizar la histamina.

Cuando tenemos una reacción alérgica, la cantidad de histamina producida por el cuerpo es demasiado grande como para que ésta pueda ser degradada a tiempo, sin embargo, la eliminación del alérgeno hará que todo vuelva a la normalidad en nuestro cuerpo.

Pero, ¿qué sucede si ya hemos eliminado los alérgenos o no tenemos ninguno, y seguimos teniendo reacciones histamínicas? Aquí es donde las cosas se ponen interesantes.

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LA HISTAMINA Y LAS INTOLERANCIAS

El siguiente médico al que deberíamos acudir es al grastroenterólogo. Tanto si tenemos problemas estomacales como si no, hay que asegurarse de que no tenemos enfermedades subyacentes como celiaquía, o intolerancias a la lactosa, fructosa, gluten etc. Recordad que, a fecha de hoy, para poder ser diagnosticado de celiaquía debemos estar consumiendo gluten. En muchos casos, una analítica de sangre negativa no es concluyente y es con una biopsia intestinal con lo que se confirmará el diagnóstico.

También deberemos revisar con nuestro médico los medicamentos que pudiéramos estar tomando, ya que hay muchas sustancias que interfieren en el proceso de degradación de la histamina. A veces estamos consumiendo medicamentos para paliar los síntomas que nos provoca la histamina, sin saber que esos mismos medicamentos nos están provocando aún más histamina o un bloqueo en su proceso de degradación. ¡Es como una rueda de hámster! Así que es muy importante revisar este punto y plantearse –siempre bajo supervisión médica- el cambio o la eliminación de esa medicación.

Medicamentos inhibidores de DAO

Estos son los medicamentos que se sabe inhiben la produción de DAO. A esta lista habría que añadir otros que también afectan a nuestra relación con la histamina (directa o indirectamente)  como los anticonceptivos, protectores estomacales -omeprazol- o antiinflamatorios -ibuprofeno, naproxeno, nolotil-. Es recomendable siempre verificar si la medicación que tomamos nos puede estar perjudicando.

NUESTRA CAPACIDAD DE DEGRADAR LA HISTAMINA

La producción de histidina (y su posterior transformación en histamina) se produce dentro del cuerpo  principalmente:

-En los mastocitos (suele activarse ante respuestas medidas por IgE –alergias-, daño o corte celular, o infecciones)

-En el intestino (producida por algunas cepas de la flora bacteriana)

Sería lo que conocemos como histamina endógena.

También existe la histamina exógena (fuera de nuestro cuerpo) que existe en determinados alimentos y que pasa a estar dentro de nosotros cuando los ingerimos.

Siempre se pone el ejemplo del cubo o vaso de agua para explicar el funcionamiento de la histamina en cada uno, para los que aún no lo conozcan lo explico a continuación:

Imaginemos que cada uno disponemos de un cubo vacío. De su tamaño, que es diferente para cada persona, dependerá cuánta histamina podemos tolerar sin mostrar síntomas.

Este cubo será muy grande si nuestro cuerpo genera sin problema las enzimas que la degradan, o muy pequeño si existe un problema en nuestro organismo con ellas.

La histamina es el agua. Dependiendo de si tenemos alergias, problemas hormonales, o consumimos gran cantidad de los alimentos altos en histamina, el flujo de agua que entrará en nuestro cubo será mayor o menor.

Si nuestro cuerpo está produciendo mucha histamina, el cubo estará muy lleno, por lo que si además ingerimos alimentos altos en histamina, éste se desbordará muy rápidamente.

Así, podremos vivir tranquilos y sin síntomas siempre y cuando nuestro cubo no se desborde. En el momento en el que metamos más agua de la que nuestro cubo puede almacenar, se producirá una reacción de síntomas en nuestro cuerpo.

Hay personas que simplemente evitando los alimentos que contienen histamina (y los que bloquean su degradación) logran tener una vida libre de síntomas.

Pero esto para mí no es una solución permanente como muchos pretender afirmar, ya que lo efectivo sería encontrar la causa que provoca que nuestro cuerpo no pueda degradar adecuadamente la histamina.

LA RAZÓN DE NUESTRO PROBLEMA CON LA HISTAMINA

A día de hoy, según la información que he ido recopilando, estas son las posibles causas de este malfuncionamiento:

-Problemas hormonales: un desajuste en el sistema hormonal, especialmente respecto a los estrógenos, puede causar alteraciones respecto a la histamina. Es por esto que las mujeres sufren un empeoramiento de sus síntomas durante la ovulación y antes de la regla. Los anticonceptivos hormonales pueden estar causando o agravando este problema.

-Problemas de mastocitosis o activación de mastocitos: se produce o bien por una acumulación excesiva de mastocitos (mastocitosis), o por un comportamiento anormal de los mastocitos -aun siendo estos un número adecuado- generando así una liberacion mayor de histamina cuando esta se produce.

-Problemas de desaminación: una producción limitada de enzima DAO provocará que no se pueda degradar la histamina con suficiente rapidez. Este problema puede ser genético, o adquirido. En este último caso habría que averiguar la causa.

-Problemas de metilación: una alteración en el proceso de metilación puede afectar a la producción de la enzima histamina-N-metiltransferasa (HNM). Deficiencias en el funcionamento hepático pueden a su vez provocar problemas hormonales y más, de nuevo nos encontramos con la pescadilla que se muerde la cola.

-Problemas intestinales: una infección parasitaria, o SIBO (small intestinal bacteria overgrowth- flora bacteriana desequilibrada), pueden estar detrás de estos desarreglos.

De nuevo, podemos acumular uno o varios de estos problemas. Un médico internista debería ser capaz de realizar las pruebas pertinentes para realizar un diagnóstico. Lamentablemente esta condición aún es poco conocida y siguen realizándose estudios al respecto. Muchas veces la medicina tradicional sólo nos ofrece medicamentos-tirita para controlar un síntoma y no acciones que eliminen la causa de nuestro problema. Esto es lo que hace especialmente difícil el tratamiento ya que debe ser un proceso integral.

En posteriores artículos iré hablando específicamente sobre cada uno de estos problemas para poder profundizar más en lo que se sabe sobre ellos.

Mientras tanto, puedes seguir leyendo el primer paso hacia tu recuperación, que es adoptar una dieta libre de histamina para intentar mantener tu cubo lo más vacío posible.

Recuerda que esto puede ser una situación transitoria. Lo importante es mantenerse optimista pese a posibles recaídas. El estado de ánimo juega un papel fundamental en este tipo de dolencias. Es un proceso que puede ser más o menos lento dependiendo de cada caso. Permanece centrado y verás como poco a poco vas recuperando tu salud conforme se van eliminando las causas que provocaban tus desajustes.